Leí no hace mucho una biografía de Jack London, casi en paralelo con "Martin Eden": una biografía cruda y a veces sórdida, pero también sugerente. Su autor, Alex Kershaw, es inglés. Se cumplen en estas fechas los cien años de "La llamada de la selva", el "capolavoro" de ese escritor incombustible —al menos en el área hispanoparlante: más de una docena de títulos suyos se publican todos los años en castellano— que es Jack London. Sirva la efemérides para justificar el comentario que os propongo.
En síntesis, considero que Jack London, con su obra y con su propia vida —la aventura la llevaba en la sangre—, ha contribuido a devolver a la narrativa el eco de la voz legendaria de la que han arrancado todas las literaturas (el eco de los poemas épicos, de los ciclos de sagas, de los cantares de gesta...). Pero es evidente que también ha sido víctima de las contradicciones de un siglo que, para bien o para mal, en su carrera vertiginosa... (¿hacia dónde?) parece haber perdido la noción de límite: el siglo que precisamente "La llamada de la selva" en parte anuncia.
De nuevo, gracias. También en mi opinión lo que siempre está en juego es la condición humana. Es más, diría que está en juego la condición humana en cuanto personal. No en el sentido -por ejemplo- que se pueda seguir del título "La condición humana", la obra de Malraux, etc.
Sobre la "catarsis" del protagonista habría mucho que escribir, y no hay sitio. En parte creo que se puede decir que sí y en parte, que no. Me explico.
1) Si en "Antígona" es Antígona la protagonista, parece que ésta no goza o sufre ninguna catarsis. Si es su tío, Creonte, quizá sí... aunque se trate de un re-conocimiento que llega "demasiado tarde" (y esto es siempre parte de lo trágico).
2) Es decir, esta 'catarsis' interna al drama o a la obra poética, y asociada al protagonista, no es -en cuanto tal- necesaria. Al menos en el planteamiento clásico, en el que no se considera. Lo que sí forma parte habitual del drama clásico es la "anagnorisis" o "reconocimiento" en el protagonista. Algo que también de ordinario se da cercano o unido al "golpe de teatro" o "peripecia". Pero no es desde luego nada realmente parecido a la "catarsis". Ésta es -en el mundo clásico y en la poética de Aristóteles- primardialmente un 'efecto de la obra poética', que tiene lugar en el espectador. En este sentido me parece que sí cabe hablar --como mencionas-- de que el "reconocimiento - anagnorisis" en un personaje pueda ser desde luego la chispa que encienda el "reconocimiento - catarsis" en el lector o espectador. Pero son cosas de distinta naturaleza.
3) Con propiedad, la "catarsis" tiene que ver con una nueva capacidad de "ver o saber-ver" la realidad por parte del espectador. No con la "expulsión" de algún mal, etc. Porque de lo que habla la Poética de Aristóteles (cp. 4) es de cómo la obra poética nos permite encontrarnos en situación de ver cosas que de suyo son repugnantes o malas o dolorosas, en nuestro mundo de cada dia, etc., con un efecto placentero... Con un placer poético que es siempre básicamente cognoscitivo (más en sentido "intensivo" que "extensivo"). Que proviene con esa misteriosa operación poética que consiste en una especie de alquimia que cambia nuestro mero "ver" (horan) en un "contemplar" (theorein). Por eso no resulta extraño que Aristóteles diga al inicio de la Metafísica que el "filomythos", el amante de los mitos, es en cierto modo "filosophos", amante de la sabiduría.
La operación poética promueve y produce un re-conocimiento que en cuanto tal -aunque muestre cosas horribles-, si su modo es propiamente poético (y si no lo es, no sucederá) viene de suyo acompañado de placer. Y se trata por tanto de un placer que no es meramente sensible. Está el conocimiento sensible de por medio, desde luego pero el placer propio de la sensibilidad no tiene razón de fín, al menos cuando se habla de la generación del placer propiamente poético. En Aristóteles cuando menos, puestos a aceptar que sea habitualmente tildado de "intelectualista", el conocimiento en cuestión no puede ser mas que conocimiento intelectual. Y de un conocimiento que, tampoco cabe la menor duda, tiene que ver con los misterios insondables del ser y la condición humana. Al menos, de nuevo, según Aristóteles. No en vano dice que el mito, siendo como el alma de la tragedia, es "mimesis praxeos, kai biou, kai eudaimonias, kai kakodaimonias"... Es decir, actúa como actúan las acciones inmanentes humanas vitales, como la felicidad y también como la infelicidad...
4) De todos modos, sobre esto se ha hablado y escrito mucho. Y desde la aparición moderna de la novela y sus contradicciones, incertidumbres y conflictos internos que parecen querer dejar de tener a la persona como referente y adoptar el mundo en que vivimos como tal referente, entonces sí que cabe abusar un poco del pensamiento clásico, y adaptarlo al uso de nuestros días.
Me parece entonces -simplificando para entendernos- que la "condición humana" queda algo despersonalizada como referente que de suyo siempre está dotado de "misterio". Y entonces es sustituida por una 'sociedad' que sobre todo -y casi exclusivamente- tiene "problemas": o los tienen los estrictos 'individuos' que forman tal 'sociedad'. Aunque los problemas, en principio, tienen "solución". Lo que no queda es algún misterio.
Con este paso dado en la modernidad, es fácil que queden por tanto fuera del referente poético las restantes personas (los ángeles y las tres Personas divinas). Sin ellas, quedan fuera nuestras relaciones con Dios, como respuesta a sus iniciativas. O bien, si se quieren introducir como componentes del misterio de nuestra condición personal, hay que hacerlo como "desde fuera", como con calzador, "forzando las cosas"... Cuando en realidad tal "forzamiento" consiste de entrada en haber expulsado la trascendencia sobrenatural de nuestro horizonte ordinario, poético y vital.
Posted by: JJGN | Oct 27, 2003 at 11:07 AM
Seguramente uso impropiamente la palabra (y como tengo poca idea acerca del tema, la ligereza es más grave), pero yo entiendo que se puede hablar de catarsis tanto en el lector o espectador de un texto literario como en el protagonista de éste, en la medida en que su historia es una experiencia catártica para él mismo: por ejemplo, a mí me parece que se puede decir que hay catarsis tanto en quien lee "Jane Eyre" o "Crimen y castigo" como en los personajes de ficción Jane Eyre y Raskolnikov. Supongo que la catarsis del personaje es accesoria, pero puede ser un buen punto de apoyo para la del público, por vía de identificación de éste con los sentimientos de aquél.
En "La llamada de la selva", Buck tiene una experiencia transformadora que puede resultar transformadora también para los lectores. Jack London consigue esto último, a pesar de que el protagonista de la historia sea un perro y no un ser humano, porque: a) muestra con gran eficacia el efecto catártico del dolor y del sufrimiento (también del dolor moral: cuando Buck sufre físicamente las palizas de los hombres, nosotros nos sentimos tocados moralmente por la crueldad irracional de nuestros semejantes); b) emplea con arte los recursos propios de su oficio: el lenguaje es sugestivo, el desarrollo de la trama es sólido, etc.
No está de más señalar que Jack London escribió también una historia que es justamente la opuesta a "La llamada de la selva". "Colmillo blanco" trata de un perro lobo al que la lucha por la vida convierte en animal doméstico. No es una autoenmienda de Jck London: aunque la experiencia transformadora de Colmillo blanco vaya en dirección contraria a la de Buck, la ley que conduce el proceso es la misma, la ley de la selva. Y, claro está, tanto en un caso como en el otro la realidad que el perro simboliza es la misma: la condición humana. (En mi opinión).
Posted by: alf | Oct 26, 2003 at 09:33 PM