Lo siento, pero la explicación de Malén Aznárez (requiere registro || ver Barcepundit) sobre la infame publicidad llega tarde y además es pobre.
Es pobre por lo que decía el otro día por boca de Hannal Arendt, al hablar de la espantosa y terrible banalidad del mal. Es pobre porque parece enredarse en la búsqueda de un malévolo culpable, que evidentemente no aparece. Y desde luego, nunca aparecerá como un monstruo malévolo. Lo cual no quiere decir que el mal no esté hecho, ni que no haya responsables de este mal.
Cuando Hannah Arendt se dió cuenta en Jerusalén de que Eichmann era una persona "normal", no un monstruo sanguinario e inhumano, tuvo que luchar contra sus hermanos de sangre hebrea, para poner de manifiesto la aterradora banalidad del mal. Algo que está muy lejos y es mucho más terrible e inquietante que la maldad a la que respondía (y responde) el estereotipo de la "monstruosidad del funcionario nazi".
Es sobradamente conocido que Hannah Arendt ha puesto de manifiesto que las peores atrocidades pueden salir a borbotones de cosas, personas y situaciones que son aparentemente inocuas:
"en la base de la participación en los eventos más terribles puede encontrarse, no la diabólica elección del mal o el placer ante el sufrimiento ajeno, sino la mera superficialidad. El alejamiento de la realidad, la incapacidad de pensar y juzgar y -por tanto- la tendencia a soportar y seguir clichés y órdenes, incluso los más terribles." (Cfr. V. Sorrentino, "Introduzione" a H. Arendt, Verità e politica, Bollati Boringhieri, Torino, 1995, p. 8)
Pues bien, no es del caso hacer aquí leña del árbol caído, y menos con el apoyo de la Arendt. Pretendo 1) tomar nota de que hay un árbol caído, y 2) preguntar acerca del cómo y del por qué. Para así poder escarmentar en cabeza propia o ajena, según los casos.
El caso es que, hoy por hoy, la explicación de Malén Aznárez parece pobre. El título ("Publicidad demencial") es exagerado. Da la impresión de que el mismo periódico o la misma empresa ("Grupo Prisa - Prisacom - El País - El País.es - etc.") quisiera ponerse a la cabeza de la manifestación en contra de la indignidad que ella misma ha hecho, en contra del mal.
Como si pretendiera esfumarse como responsable. Desvanecerse como algo inocuo. Desaparecer ante los focos que buscan responsabilidades de malévolos culpables, que es lo que de ordinario se maneja. Y como dentro de sí misma, la empresa no encuentra esos "malévolos culpables", ha decidido encabezar ella misma la operación de búsqueda, manejando el movimiento de los focos que iluminan el terreno. Y además sucede que todos sabemos que nadie puede estar en los dos sitios a la vez. O eres buscador o eres buscado. No las dos cosas a la vez. Así que la empresa ha decidido convertirse en la buscadora de responsabilidades, y de paso, dejar de ser observada como la responsable del desaguisado.
También es cierto que a estas alturas de la posmodernidad ya se va sabiendo mucho de técnicas de camuflaje y escaqueo, de técnicas de argumentación retórica y de sofística.
A Malén le ha tocado escenificar esta vez algo muy parecido a una operación de escaqueo [DRAE: "Dicho de una unidad militar: Dispersarse de forma irregular. Eludir una tarea u obligación en común."]. Escaqueo entre múltiples y complejas instancias externas e internas, nombres y apellidos. Por una parte aparece "Storm", la "agencia interactiva del Grupo Ruiz Nicoli-Linares", a quien alguien de la empresa le debió encargar la campaña. Pero no se sabe bien quién hizo el encargo. Rafael Cabarcos, director de Recursos Humanos del Grupo Prisa está haciendo "un expediente informativo para aclarar lo sucedido", pero aún (19 Sep 04) no sabe, aunque apunta al departamento comercial. Sin embargo dice que "todas las campañas (...) están sujetas a un protocolo de la dirección de la empresa. En este caso (...) la aprobación correspondía al consejero delegado, a propuesta del director comercial, con la participación previa, al tratarse de El País.es, de la dirección de contenidos". Es normal, vivimos en un mundo en el que hay que saber gestionar la compejidad.
Pero no se sabe todavía (19 Sep 04) por qué no fue aprobada por José Luis Sainz, consejero delegado de Prisacom, ni por el director comercial, ni por el director de contenidos, Mario Tascón, ni por parte de Jesús Ceberio que, como director de El País, es "también responsable final de contenidos de El País.es."
Sí se sabe de la conmoción entre los responsables empresariales. Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa convocó el jueves (16 Sep 04) una reunión en Prisacom "para expresar su preocupación y acentuar la gravedad de lo ocurrido."
Quizá sea esto último lo que ha llevado a la Defensora del lector a titular "Publicidad demencial" su defensa de la imagen (que "ha quedado seriamente dañada") del periódico y de la empresa.
Bien. Basta. OK. Mejor no seguir re-describiendo lo dicho por Malén Aznárez en "Publicidad demencial". Parece que, a fin de cuentas, se parafrasea la tercera canción de Manuel Machado ("La primavera ha venido. Nadie sabe cómo ha sido") al hacer ver que "el anuncio ha salido; nadie sabe cómo ha sido". Mejor hubiera sido tomar los caminos poéticamente causales de la segunda canción machadiana: "Olor de mar y jazmines. Noche malagueña"... En fin, está claro que no hay "malévolos culpables". Está claro que hay que dar un respiro al Grupo Prisa para gestionar su propia complejidad.
El mismo respiro, pensarán algunos, que [en principio] se supone que el Grupo Prisa da a otros cuando se encuentran en una situación concreta similar. O en una situación algo más compleja que ésta. Y me viene a la memoria (al margen de mi propio republicanismo) algo tan evidente como el caso concreto de los errores de comunicación pública del anterior gobierno, el 11M. ¿Un respiro para gestionar la complejidad? Hubo de todo, incluso algún que otro "malévolo culpable", pero no precisamente un mínimo respiro. O el evidente caso habitual del trato que el Grupo da a determinados asuntos complejos, relacionados con la doctrina y moral de la iglesia católica: aborto, eutanasia, celibato, libertad de enseñanza, células madre, etc. ¿Un respiro para gestionar la complejidad? No parece, por el momento. Y eso que estas y otras complejidades son de suyo -lo digo con la boca pequeña- algo más complejas que este vaso de agua que es "el caso de la publicidad demencial". Un mal trago, en cualquier caso, porque la responsabilidad en comunicación es siempre interna y solidaria. Incluso contando con el "outsourcing" (o las "externalizaciones"), que hace precario el empleo y pero no la responsabilidad. Ésta sigue siendo tan "insourcing" como la propia identidad de los medios y las empresas. Otra cosa es que haya despidos o gratificaciones.
Lo que sigue estando en pie es lo dicho al principio: que las peores atrocidades "pueden salir a borbotones de cosas, personas y situaciones que son aparentemente inocuas..." Añade Hannah Arendt que esas atrocidades salen también "de la «normal» pasividad que puede caracterizar la vida diaria de millones de individuos en la sociedad de masas:
"La triste verdad es que el mal es hecho, la mayor parte de las veces, por aquellos que no se han decidido, o no han decidido actuar, ni por el mal ni por el bien. Lo desastroso del caso Eichmann fué que había muchos hombres como él, y que estos muchos no eran ni perversos ni sádicos, sino que eran, y aún son, terriblemente normales" (La banalità del male. Eichmann a Gerusalemme, Feltrinelli, Milano, 1964, p. 282)
Punto final para escarmentar o para empecinarse en cabeza propia o ajena, a propósito de este caso de la "indigna publicidad" y sus explicaciones. 1) De ordinario, hay pocos "malévolos culpables". 2) No está de más dar un respiro a aquellos que tienen que gestionar la complejidad de lo que tienen entre manos, para dar explicaciones. 3) El mal proviene de ordinario de gentes terriblemente normales, como cada cual, pero que no se han decidido por el bien o por el mal. No necesariamente de perversos o de sádicos. Por eso el maniqueísmo es un tema bien distinto de éste, como -por otra parte- es también distinto el tema de las prisas en las redacciones y administraciones de los medios. Esperemos que en El País, sin maniqueísmos e incluso con prisas, destaquen gentes normales, decididas por el bien (común, a ser posible).
Muy acertada tu reflexión sobre la disculpa sin asunción de responsabilidad de El País.
Se trata de una clásica técnica de escaqueo de las grandes organizaciones: "Hemos abierto una investigación, cuyos resultados no están listos aún, pero lo estarán, seguramente en un momento futuro en que el escándalo ya se haya olvidado y no merezca la pena publicarlos." Solo les ha faltado nombrar una comisión al efecto ;-)
Publicado por: Javier Muñoz | 21 septiembre 2004 en 12:18 p.m.
Gracias, Javier, por el comentario. Lo leo hoy.
Sólo falta "la comisión al efecto", como bien dices, si se tratara de quedar bien ante la opinión pública. Si se trata, de puertas adentro, de depurar responsabilidades, la cosa ya estará hecha., con o sin comisión al efecto.
Aunque quizá hay una posibilidad más: que en la empresa no reconozcan o no estén realmente arrepentidos de lo hecho. Ni del tenor del anuncio, ni del revuelo creado. Es decir, cabe que -a fin de cuentas- no consideren un daño o un mal lo que han hecho, ni lo que les ha pasado.
Y no por perversidad de ideas, o cosa semejante, sino por esa incapacidad o ese no querer distinguir entre bien y mal, verdad y error, o entre realidad y ficción y otros tantos opuestos que hay en nuestro mundo real de cada día. Con todos los matices que se necesitan en cada caso.
Pensando en esto último, es efectivamente bueno dejar constancia escrita de que lo que decimos que vemos se refiere a la realidad de lo que hay en este mundo de cada día, y no se refiere sin más a lo que alguien (desde una perspectiva cínica o escéptica) pretende que creamos que hay.
Es muy arriesgado para la salud mental vivir pensando al modo sofista, cuando el lenguaje no está por la realidad, por las cosas y por las personas, sino que es un mero instrumento de poder y su valor reside en la estricta eficacia de su uso en la lucha por vencer a los demás. De eso los abogados debéis saber mucho.
Publicado por: Juan José G. Noblejas | 23 septiembre 2004 en 01:03 p.m.
a mi tb me gusto su reflexion, felicidades
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Publicado por: camilin | 08 marzo 2005 en 03:30 p.m.
aqui hay unos articulos sobre banalidad del mal jose d
Publicado por: marta pinto | 23 mayo 2005 en 09:38 p.m.